
Café de comercio justo distribuido por
esta conocida ONG que, según
consta en caja, está
producido por familias campesinas de América
Central y África, y que en otra parte de la caja perfila más
pues argumenta que
disfruta de un café con carácter propio,
elaborado a partir de los mejores granos de Nicaragua y Uganda.
Cultivado por familias campesinas respetando el medio ambiente.
Lo poco ―nada, excepto puntualizar los países de producción―
que se dice del café, no difiere mucho de lo que dicen las grandes
multinacionales de las cápsulas, pero la parte del comercio justo es
reseñable, porque es posible que con este café, al cultivador le
llegué más dinero que con las grandes corporaciones. La intensidad
del café es 9, aunque aparenta menos, empezando con suavidad y
dulzor que van dejando paso a una ligera acidez, hasta acabar dejando
un regusto amargo y resistente ―¿hay robusta en la mezcla?―.
Además de ser un buen producto, el hecho de que sea comercio justo,
hace que merezca la pena comprarlo.
La caja tiene un diseño muy reivindicativo, con un frontal en el que
se ve claramente el producto, para luego hacer gala del objetivo
real: el comercio justo. Dentro hay diez cápsulas de color fucsia,
todas dentro de una bolsa de plástico.
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